lunes, 10 de diciembre de 2012

Centro Cultural TiAna


 El Centro Cultural TiAna abrió sus puertas a nuestro barrio en el año 2001, su coordinadora y factotum es María de los Ángeles Grattagliano, quien se inició siendo una adolescente, tenía 15 años cuando comenzó a realizar trabajo parroquial en la Villa de Emergencia que estaba situada en Dorrego y Niceto Vega. Allí funcionaba una escuelita llamada Antártida Argentina, cuya directora era Paula Ruperez, una mujer muy recta y adusta que no se caracterizaba por ser amorosa, sin embargo, su meta y sus esfuerzos estaban enfocados en ayudar a esos niños con pocas probabilidades -desde el inicio de sus vidas-, para que lograran emerger y convertirse en personas de bien. El barrio le debe un reconocimiento a la dedicación de esta maestra.
Pero continuemos con la historia, al recibirse de Asistente Social María de los Ángeles pasó del trabajo ad-honorem en las villas a incorporarse a instituciones estatales y se interesó mucho por los problemas psicológicos que se desprendían de esas familias de bajo nivel socio-económico. Decidió estudiar Psicología Social en la Escuela de Pichón Rivière y aplicar estos conocimientos a la gente que tenía más próxima, la de su barrio.
En 1992 crea Raíces y Alas, un proyecto a través del cual vinculaba a padres y educadores en un trabajo mancomunado que deriva en la necesidad de otras actividades que la gente solicitaba como talleres de teatro, por ejemplo y que van consolidando redes relacionales. Así, el proyecto se convierte en un centro de actividades y nace Creciendo, que ya es más abaracativo y aglutina a más gente.
En 1994, su hija María Paz Bono concluye su escuela de danza sumándose al proyecto pero pidiéndole a su madre que se le cambie el nombre al centro porque ella quiere homenajear a su tía Ana, artista plástica que la iniciara en el camino del arte. Es así que el Centro Cultural se llamó TiAna, y conserva este nombre hasta el presente.
Las actividades que se realizan son danza árabe, grupos de trabajo social y de psicología social, clases de guitarra, taller literario, taller de teatro, grafología y hasta apoyo escolar.
Es importante destacar que si bien los cursos no son gratuitos, desde su propuesta inicial está contemplada la situación de gente que no pueda pagar, porque el factor económico no es la línea vectora, como así tampoco la discriminación ni política ni religiosa.
Asimismo, Grattagliano por haber recibido un trasplante de riñón, se ha conectado con organizaciones de trasplante trabajando en la concientización de la importancia de salvar vidas donando órganos y en aclarar los mitos y miedos que impiden que se ayude a otros en este campo, creando redes solidarias para ayudarse mutuamente.
A través de Internet, le han solicitado su participación y colaboración en entidades que se ocupan de la diversidad, es decir, que incluyen a las personas a las que, habitualmente, se los llama “diferentes” y con los que se han agrupado por padecer enfermedades terminales. Esta pertenencia y ayuda mutua se ha facilitado en los últimos tiempos por la masividad en el uso de computadoras y por la existencia de Internet que dio lugar a las redes sociales como Facebook, Twitter y otras que permiten un diálogo fluido entre personas que no pueden o a quienes les resulta muy dificultoso movilizarse.
Volviendo al taller TiAna, todos los años se realiza en un teatro, la despedida del año para la cual se arman sketch en los cuales se representa a cada taller y los alumnos tienen la posibilidad de mostrar a su familia y amigos los progresos logrados en el transcurso del año.  

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