El ser humano necesita interrelacionarse, su
desarrollo está ligado al intercambio. Somos, en la medida en que
tenemos la posibilidad de nutrirnos del “otro” y a su vez,
recibir de ese “otro” el estímulo que se requiere para
evolucionar, conformar una manera de ser, actuar y pensar. Desde el
principio de los tiempos el hombre se nucleó para superar la
vicisitudes que la naturaleza le presentaba, y así surgieron las
organizaciones tribales para avanzar en conjunto y como individuos.
Las primeras redes se dan en el seno de la
familia, para profundizarse y enriquecerse más adelante en los
grupos de estudio, los amigos del barrio, los círculos laborales,
los clubes donde se realizan deportes, fiestas, bailes, etc. Estos
grupos de pertenencia se van armando y desarmando en la medida que
crecemos. Los integrantes varían pero la necesidad de agruparse
permanece intacta a través de los años.
En la actualidad, el avance de las nuevas
tecnologías, ha creado formas de relación y comunicación que antes
hubiera sido imposible imaginar. El uso masivo de las computadoras
personales hace que los precios de mercado sean más accesibles. En
la mayoría de los hogares se las considera un artefacto doméstico
como la heladera o el televisor y cada vez es mayor el número de
personas que tienen Internet sin límite de tiempo, lo que abarató
considerablemente la conexión a la red.
Otro tanto ocurre con el teléfono celular que se
ha convertido en una necesidad, incluso para los alumnos de escuelas
primarias. Todo esto produce un cambio radical en la sociedad que
altera la forma de relacionarnos. Ya no nos encontramos en una
confitería para conversar y vernos, esto fue reemplazado por el chat
y la cámara web. Ya no vamos al cine en grupo: nos bajamos las
películas de Internet. Ya no nos hablamos por teléfono: nos
enviamos mensajes de texto.
Estas nuevas formas tienen la impronta de ésta
época vertiginosa signada por la inmediatez. Todo pareciera que
tiene que ser ahora y ya, como si el futuro fuera hoy y no hubiera
tiempo para ninguna actividad que no se resuelva en el momento.
Los adherentes a estas nuevas formas de
comunicación son los menores de cincuenta años, por lo cual, existe
una gran cantidad de gente mayor que se siente desplazada por no
sumarse al uso de celulares ni a la navegación en la web y el
resultado es una brecha abismal entre generaciones que trae aparejada
una exclusión social importante. El respeto que antes se tenía por
los mayores con experiencia se convirtió en conmiseración y hasta
desprecio hacia estos “resistidores” a las nuevas tecnologías.
Toda herramienta es un medio para lograr un fin.
Tanto el uso de celulares como el de Internet, son objetos que nos
facilitan la vida en comunidad pero esto solo es posible si se hace
un uso inteligente de ellos. Es decir, si no los consideramos un fin
en sí mismos.
El “boom” de la actualidad son las redes
sociales. Según la definición de Wikipedia (Enciclopedia de
internet): “Una red social es una
estructura social compuesta de personas (u organizaciones u otras
entidades), las cuales están conectadas por uno o varios tipos de
relaciones, tales como amistad, parentesco, intereses comunes,
intercambios económicos, relaciones sexuales, o que comparten
creencias, conocimiento o prestigio.” Esto referido a la red
social como campo de investigación que surge de las Ciencias
Sociales e incluye otras ciencias como la Sociología, Psicología
Social, Antropología, Economía, Biología y otras.
Una parte de este concepto se incorpora a Internet
a través de páginas web como “MySpace”, “Facebook” y
“Twitter” por nombrar sólo las que han alcanzado mayor
popularidad. Si bien existen diferencias entre ellas, no es nuestro
propósito detallarlas por el espacio del que disponemos para este
artículo. Para simplificar podemos decir que su propósito es
permitir a los usuarios crear grupos de amigos, compartir archivos de
música, opiniones, fotos, videos, promocionar productos y difundir
actividades.
Se le atribuyen a Facebook casi 500 millones de
miembros, y las traducciones a más de 60 idiomas. Una comunidad con
tal cantidad de integrantes facilita la búsqueda de personas y la
relación con familiares y amigos residentes en otros países, sin
ningún costo y en poco tiempo. Esto amplía y mantiene la
comunicación entre personas distantes a cientos y miles de
kilómetros entre sí. Al mismo tiempo, ha generado una forma de
relación superficial y pública. Todo se comenta y es leído y visto
por los cientos de personas con acceso a dicha página (pertenecer al
grupo de amigos de alguien es un trámite sencillo y casi instantáneo
para los navegantes de Internet y por la misma razón, para cada
usuario, dicho grupo crece de manera exponencial.) La posibilidad de
crear grupos privados interesados en un mismo tópico, es muy útil
para aunar criterios, delinear un proyecto y comprometerse en la
realización del mismo.
Lo negativo es que la privacidad ya no existe,
deja de ser un valor. Según el diccionario de la Real Academia
Española, privacidad es: “Ámbito de la vida privada que
se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión.”
La privacidad es un derecho de la persona, que se
pierde por el mal uso que se hace de confidencias, fotos y videos que
cualquiera puede subir (postear) sin necesidad de pedir autorización
y sin que haya manera de impedírselo, al menos en un primer
momento. Esto fomenta la tendencia malsana de ridiculizar a otros
-tan difundida en los programas televisivos- y con tan mala
repercusión en la sociedad actual.
Coexisten dos mundos: el real y el virtual. Sin
embargo, uno de los males de nuestro tiempo es que el mundo virtual
es tomado por muchos como real. Este desfasaje resulta muy claro con
respecto al uso de la palabra amigo.
Los miembros de la comunidad virtual de Facebook,
por ejemplo, se va formando con amigos, a los que luego se agregan
los amigos de esos amigos, en rigor, la mayoría son sólo conocidos,
puede haber algunos con quienes se tenga una relación más estrecha,
pero en general aumenta geométricamente por la incorporación de las
relaciones de nuestras relaciones. Nadie ni ahora ni en el pasado
puede tener doscientos amigos reales.
Los amigos, esas personas que se preocupan por
nosotros, con los que compartimos alegrías y tristezas, que están
dispuestos a ayudarnos en momentos difíciles y con quienes nos
vinculamos en total reciprocidad, son pocos, y cuando los contamos
considerando los dedos de las manos, siempre nos sobran dedos.
Omi Fernández
www.omifernandez.com.ar