jueves, 18 de agosto de 2016

El Neorrealismo italiano y sus creadores (1ra. Parte)

Luego de la II Guerra Mundial, Italia era un país devastado física y anímicamente. Inició su reconstrucción, paso a paso, con el espíritu y la pulsión de vida que caracteriza a sus habitantes y fue en la producción cinematográfica, donde sus creadores encontraron el vehículo para expresarse y mostrarle al mundo, qué y cómo se sentían en ese desolado panorama de hambre y falta de trabajo que se vivía en la posguerra.

Surge así el llamado “neorrealismo” que tiene tantos cineastas de alta calidad que resulta difícil nombrar a unos pocos. Tanto desde el humor como desde el drama, esos genios, aún vigentes, nos siguen deleitando en las situaciones cómicas y tragicómicas como también nos mantienen alertas frente a las situaciones de desesperanza, falta de objetivos e imposibilidad de proyectarnos hacia el futuro, cuando se viven los dramas que inexorablemente trae aparejada una guerra.

“Roma, città aperta” (1945) de Roberto Rossellini con un guión del propio Rossellini el guionista Sergio Amidei y Federico Fellini, el resultado no podía ser otra cosa que una obra de arte. Este film nos cuenta la historia de un idealista (Giorgio) que se une a la resistencia contra los nazis que ocupaban la ciudad, ayudado por un cura (Pietro) que obraba silenciosamente en contra de la opresión y el abuso de poder de los alemanes y por supuesto con la atmósfera de una historia de amor que está siempre presente. Los actores Aldo Frabrizzi y Anna Magnani realzan este film fuertemente humanista.

Vittorio de Sica es el realizador de “Ladrones de bicicletas” (1948) filmada con personas comunes, sin actores profesionales resulta casi un documental. La historia gira en torno a un hombre que con su hijo de menos de diez años recorre la ciudad en busca de trabajo y le roban la bicicleta, una herramienta indispensable. La relación padre-hijo es de las más tiernas que hayamos visto en cine, con los sentimientos contradictorios de ese padre agobiado por la miseria pero que ama profundamente al niño. El personaje central es una víctima de ladronzuelos con los que no puede enfrentarse, casi sin diálogos, el espectador se ve conmovido por la mirada inteligente y comprensiva de ese niño, que entiende todo y no dice nada.

Federico Fellini, estrena “Los inútiles” en 1953, en el que muestra a un grupo de muchachos superficiales, sin horizontes, que viven desprejuiciadamente sin asumir responsabilidades, se podría decir que es una parábola del crecimiento ya que en el final, uno de los integrantes del grupo, cansado de esa apatía nauseosa, hace un bolso y toma el tren a Roma en busca de trabajo y para cambiar de vida. Los actores principales son Franco Fabrizzi y Alberto Sordi.
En 1954, Fellini estrena “La strada”, con Anthony Quinn y su actriz preferida (y amada esposa) Giulietta Masina. Esta en una actuación que ha quedado para siempre en los registros de cine, es un personaje inocente que pese a vivir en la calle con un bruto que la compró como a un objeto, (Zampanó) se enamora y le es fiel hasta la muerte. Fue nominada al Oscar como mejor película extranjera. Tres años más tarde, esta actriz brilló en otro personaje de “Las Noches de Cabiria”, (1957) es una de las mejores películas filmadas. Su tema una prostituta ingenua que sueña con el amor para toda la vida y sobrevive, con esperanza renovada una y otra vez, pese a los proxenetas de un mundo viciado de vivillos egoístas. Fellini es un cineasta con tanta y excelente producción que parece un sacrilegio dejar de nombrar a “La dolce vita” (1960) con Marcello Mastroiani, quien también lo acompaña en “Ocho y medio” (1963) y años después en “Amarcord”, que recibió el Oscar a la mejor película extranjera (1974), año en que estaba nominada la argentina “La Tregua” de Sergio Renán, pareciera que perder con semejante film, no disminuye, enaltece.

Unos años después descolla Michelangelo Antonioni, que con su película “La Aventura” (1960) inicia un ciclo de cine de emociones contenidas donde las palabras son escasas y contrariamente a los directores antes nombrados que reflejaban la vida miserable de los más pobres, aquí se refleja la vaciedad de personajes pertenecientes a la burguesía, aburridos e incomunicados entre ellos. Quizás Antonioni sea uno de los directores más controvertidos, con detractores y fanáticos. Otras de sus películas más exitosas fueron “El eclipse” 1962, “El desierto rojo” 1964 y “Blow-up” en 1966.

Otro grande del cine italiano es Lucchino Visconti di Modrone, conde de Lonate Prozzolo un aristócrata que no se ocupa ni de las clases humildes ni de la burguesía sino de la aristocracia a la que pertenecía. Dado los cambios políticos y económicos los aristócratas sufren la pérdida de sus prebendas, su situación económica empieza a resquebrajarse, la guerra los ha dejado con sus titulos de nobleza pero sin dinero.
Visconti era un apasionado melómano, su pasión por la música lo lleva a hacer la puesta en escena de muchas óperas en especial en el teatro de su ciudad natal, La Scala de Milán.
Una de sus primeras películas es “Rocco y sus hermanos” (1960) que con la actuación de Alain Delon, Renato Salvatore y Annie Girardot fue un gran éxito.
Otras obras importantes fueron “El gatopardo” (1963) basado en el libro de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, enfoca el accionar de los políticos cuyo lema es “cambiar algo para que nada cambie.
“La caída de los dioses”(1969) refleja con crudeza y al mismo tiempo con compasión las vicisitudes de una familia de aristócratas que han colaborado con los nazis en claro contraste con el personaje principal, profesor protagonizado por Burt Lancaster, quizá en su mejor performance, es un solterón amante de los libros que les alquila un piso y le transforman su vida tranquila y monótona en un festival de conflictos.
También es de su autoría “Muerte en Venecia” (1970) un film basado en la novela homónima de Thomas Mann, con el trasfondo musical de Gustav Mahler es una mirada puesta en el envejecer que contrasta con un ideal de belleza perfecta, tiene la magnífica actuación de Dick Bogarde. Un poema en imagenes.
Mario Monicelli, el principal representante de la llamada “commedia all'italiana” filmó en 1958 “Los desconocidos de siempre” y un año más tarde, “La Gran Guerra” a través del humor, nos muestra el cambio de parámetros que significa vivir en la posguerra, lo acompañan dos actores de la talla de Alberto Sordi y Vittorio Gassman.

Nos quedan en el tintero, hacedores de la talla de Ettore Scola, Francesco Rosi, Liliana Cavani, Lina Wertmuller, Giuseppe Tornatore y Roberto Benigni, y otros que formarán parte de la siguiente nota.


Publicado en Revista Aquende Agosto 2016