Luego de la II Guerra Mundial, Italia era un país devastado física
y anímicamente. Inició su reconstrucción, paso a paso, con el
espíritu y la pulsión de vida que caracteriza a sus habitantes y
fue en la producción cinematográfica, donde sus creadores
encontraron el vehículo para expresarse y mostrarle al mundo, qué y
cómo se sentían en ese desolado panorama de hambre y falta de
trabajo que se vivía en la posguerra.
Surge así el llamado “neorrealismo” que tiene tantos cineastas
de alta calidad que resulta difícil nombrar a unos pocos. Tanto
desde el humor como desde el drama, esos genios, aún vigentes, nos
siguen deleitando en las situaciones cómicas y tragicómicas como
también nos mantienen alertas frente a las situaciones de
desesperanza, falta de objetivos e imposibilidad de proyectarnos
hacia el futuro, cuando se viven los dramas que inexorablemente trae
aparejada una guerra.
“Roma, città aperta” (1945) de Roberto Rossellini con un guión
del propio Rossellini
el
guionista Sergio Amidei y
Federico Fellini, el resultado no podía ser otra cosa que una obra
de arte. Este film nos cuenta la historia de un idealista (Giorgio)
que se une a la resistencia contra los nazis que ocupaban la ciudad,
ayudado por un cura (Pietro) que obraba silenciosamente en contra de
la opresión y el abuso de poder de los alemanes y por supuesto con
la atmósfera de una historia de amor que está siempre presente. Los
actores Aldo Frabrizzi y Anna Magnani realzan este film fuertemente
humanista.
Vittorio de Sica es el realizador de “Ladrones de bicicletas”
(1948) filmada con personas comunes, sin actores profesionales
resulta casi un documental. La historia gira en torno a un hombre que
con su hijo de menos de diez años recorre la ciudad en busca de
trabajo y le roban la bicicleta, una herramienta indispensable. La
relación padre-hijo es de las más tiernas que hayamos visto en
cine, con los sentimientos contradictorios de ese padre agobiado por
la miseria pero que ama profundamente al niño. El personaje central
es una víctima de ladronzuelos con los que no puede enfrentarse,
casi sin diálogos, el espectador se ve conmovido por la mirada
inteligente y comprensiva de ese niño, que entiende todo y no dice
nada.
Federico Fellini, estrena “Los inútiles” en 1953, en el que
muestra a un grupo de muchachos superficiales, sin horizontes, que
viven desprejuiciadamente sin asumir responsabilidades, se podría
decir que es una parábola del crecimiento ya que en el final, uno de
los integrantes del grupo, cansado de esa apatía nauseosa, hace un
bolso y toma el tren a Roma en busca de trabajo y para cambiar de
vida. Los actores principales son Franco Fabrizzi y Alberto Sordi.
En 1954, Fellini estrena “La strada”, con Anthony Quinn y su
actriz preferida (y amada esposa) Giulietta Masina. Esta en una
actuación que ha quedado para siempre en los registros de cine, es
un personaje inocente que pese a vivir en la calle con un bruto que
la compró como a un objeto, (Zampanó) se enamora y le es fiel hasta
la muerte. Fue nominada al Oscar como mejor película extranjera.
Tres años más tarde, esta actriz brilló en otro personaje de “Las
Noches de Cabiria”, (1957) es una de las mejores películas
filmadas. Su tema una prostituta ingenua que sueña con el amor para
toda la vida y sobrevive, con esperanza renovada una y otra vez, pese
a los proxenetas de un mundo viciado de vivillos egoístas. Fellini
es un cineasta con tanta y excelente producción que parece un
sacrilegio dejar de nombrar a “La dolce vita” (1960) con
Marcello Mastroiani, quien también lo acompaña en “Ocho y medio”
(1963) y años después en “Amarcord”, que recibió el Oscar a la
mejor película extranjera (1974), año en que estaba nominada la
argentina “La Tregua” de Sergio Renán, pareciera que perder con
semejante film, no disminuye, enaltece.
Unos años después descolla Michelangelo Antonioni, que con su
película “La Aventura” (1960) inicia un ciclo de cine de
emociones contenidas donde las palabras son escasas y contrariamente
a los directores antes nombrados que reflejaban la vida miserable de
los más pobres, aquí se refleja la vaciedad de personajes
pertenecientes a la burguesía, aburridos e incomunicados entre
ellos. Quizás Antonioni sea uno de los directores más
controvertidos, con detractores y fanáticos. Otras de sus películas
más exitosas fueron “El eclipse” 1962, “El desierto rojo”
1964 y “Blow-up” en 1966.
Otro grande del cine italiano es Lucchino Visconti di Modrone, conde
de Lonate Prozzolo un aristócrata que no se ocupa ni de las clases
humildes ni de la burguesía sino de la aristocracia a la que
pertenecía. Dado los cambios políticos y económicos los
aristócratas sufren la pérdida de sus prebendas, su situación
económica empieza a resquebrajarse, la guerra los ha dejado con sus
titulos de nobleza pero sin dinero.
Visconti era un apasionado melómano, su pasión por la música lo
lleva a hacer la puesta en escena de muchas óperas en especial en el
teatro de su ciudad natal, La Scala de Milán.
Una de sus primeras películas es “Rocco y sus hermanos” (1960)
que con la actuación de Alain Delon, Renato Salvatore y Annie
Girardot fue un gran éxito.
Otras obras importantes fueron “El gatopardo” (1963) basado en el
libro de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, enfoca el accionar de los
políticos cuyo lema es “cambiar algo para que nada cambie.
“La caída de los dioses”(1969) refleja con crudeza y al mismo
tiempo con compasión las vicisitudes de una familia de aristócratas
que han colaborado con los nazis en claro contraste con el personaje
principal, profesor protagonizado por Burt Lancaster, quizá en su
mejor performance, es un solterón amante de los libros que les
alquila un piso y le transforman su vida tranquila y monótona en un
festival de conflictos.
También es de su autoría “Muerte en Venecia” (1970) un film
basado en la novela homónima de Thomas Mann, con el trasfondo
musical de Gustav Mahler es una mirada puesta en el envejecer que
contrasta con un ideal de belleza perfecta, tiene la magnífica
actuación de Dick Bogarde. Un poema en imagenes.
Mario Monicelli, el principal representante de la llamada “commedia
all'italiana” filmó en 1958 “Los desconocidos de siempre” y
un año más tarde, “La Gran Guerra” a través del humor, nos
muestra el cambio de parámetros que significa vivir en la posguerra,
lo acompañan dos actores de la talla de Alberto Sordi y Vittorio
Gassman.
Nos quedan en el tintero, hacedores de la talla de Ettore Scola,
Francesco Rosi, Liliana Cavani, Lina Wertmuller, Giuseppe Tornatore y
Roberto Benigni, y otros que formarán parte de la siguiente nota.
Publicado en Revista Aquende Agosto 2016