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Monumento a la Bandera en Rosario - Alfredo Bigatti |
Son muchos los ejemplos de parejas que han compartido el amor y el
arte en total conjunción, sin competencias estériles ni celos
profesionales, José Cibrián y Ana María Campoy en la actuación,
Violeta Rivas y Néstor Fabián en el canto, Julio Cortázar y Carol
Dunlop; Sylvia Iparraguirre y Abelardo Castillo; Beatriz Guido y
Leopoldo Torre Nilsson, en literatura-cine, para citar sólo ejemplos
de nuestro país.
En estas uniones, que compartieron muchos años de vida en común, el
amor logró ir más allá de concretarse felizmente en un matrimonio,
fue el vehículo por el que cada miembro de la pareja transitó una
carrera artística ayudándose mutuamente, siendo compañeros de
tarea, demostrando que la pasión amorosa es equivalente a la pasión
que genera la necesidad de expresarse artísticamente, y que los
mitos sociales sobre rivalidades no son condición sine qua non.
En el ámbito de la plástica encontramos esta dupla amor-arte en el
escultor Alfredo Bigatti y la pintora Raquel Forner, que es
necesario recordar, mantener en la memoria de la sociedad por cuanto
han sido grandes representantes de la plástica no sólo en
Argentina sino también en el mundo.
El nació un 19 de julio de 1898 en Buenos Aires, pertenecía a una
familia de orfebres lo que lo aunó desde muy chico al mundo de la
creación. Comenzó sus estudios en la Sociedad Unione e Benevolenza,
luego en Estímulo de Bellas Artes para ya a los 17 años, ingresar
en la Academia Nacional de Bellas Artes, donde conoce a Basaldúa,
Butler y Spilimbergo. Su obra más importante quizá sea el
“Monumento a la Bandera” en la ciudad de Rosario que hizo en
colaboración con el escultor José Fioravanti y los arquitectos
Alfredo Guido (padre de Beatriz Guido) y Alejandro Bustillo.
Si bien transitó por muchas técnicas dibujo, acuarela y hasta
escenografía (participó en el diseño de la escenografía y
vestuario de la ópera “La Medium” de Juan Carlos Menotti que se
estrenó en el Teatro Colón en 1956) fue sobre todo un escultor de
estilo clásico, inspirado en los griegos. Impactado por los nuevos
rumbos, ncursionó en el marco del cubismo pero no fue un sendero que
le resultare afín.
Ella nació un 22 de abril de 1902, viajó a España en su niñez al
punto de terminar allí su escuela primaria, al regresar se inscribió
en la Academia Nacional de Bellas Artes donde egresó en el año
1922, ya había enviado sus trabajos al Salón Nacional recibiendo el
3er. Premio por su obra “Las Vecinas”.
Aunque hizo escultura fue básicamente pintora. Muy afectada por la
Guerra Civil Española, en sus cuadros plasmó el dolor y la
desesperación de esa gente que sufrió la pérdida de sus seres
queridos a manos de sus propios hermanos, y luego con la Segunda
Guerra Mundial su obra fue un reflejo de la desintegración que
produce la guerra. Luego su temática giró hacia los grandes
interrogantes del cosmos y el cuestionamiento sobre la posibilidad de
vida extraterrestre.
Son muchas las coincidencias de estos dos artistas. Provenían de
familias sin problemas económicos que los apoyaron en sus decisiones
vocacionales, se recibieron de profesores de dibujo y pintura y
completaron sus estudios en Europa, él, con el gran escultor francés
Antoine Bourdelle y ella con Othon Friesz en la Academia Escandinava
de París. Ambos fueron reconocidos por los premios que recibieron
sus trabajos en el Salón Nacional.
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Viaje Espacial - Serigrafía - Raquel Forner 1984 |
Al conocerse fundan, con Pedro Dominguez Neira y Alfredo Guttero, los
“Cursos Libres de Artes Plásticas”. Viven juntos el boom
artístico parisino de los años '30 donde conocen a grandes
artistas internacionales de la talla de Picasso, Moore y Hemingway
(éste último inmortalizó ese fervor en su novela “París era una
fiesta”).
Se casaron en el año 1936 y se fueron a vivir a San Telmo, en una
casa en la que se dedicaron a crear en total armonía durante 28
años.
Luego de la muerte de él, en 1964, ella declaró que había perdido
más que a un marido, había perdido a su compañero y a su gran
sostén.
Siguió trabajando en la casa de San Telmo, donde en los últimos
años empezó a pensar que debía hacer algo para que la obra de
Bigatti no se perdiera luego de su muerte, y organizó con amigos de
ambos la transformación de la casa en un Museo que se llamaría
Forner-Bigatti, y que aún hoy día es administrado por el hijo de
Dominguez Neira.
Fueron los protagonistas de un amor que no supo de celos, envidias ni
competencias. Un amor intenso que no tuvo el regalo de hijos
biológicos pero sí de hijos de la creación compartida, afecto es
completo basado en la generosidad de sentimientos, en el
compañerismo, en compartir actividades dejando de lado sentires
espurios que tiñen las relaciones confundiendo amor con posesión.
Publicado en Revista Aquende - Agosto 2013