Tres mujeres se
han destacado como verdaderas pioneras en la sociedad machista, conservadora y
moralista de fines del siglo XIX, desarrollando sus vocaciones artísticas y
desafiando las normas sociales sobre la condición de la mujer.
Permitirse ser
madre soltera, enamorarse de un hombre casado y primo del esposo, y casarse con
un hombre 21 años menor, a principios del siglo XX, es un emblema de
singularización y coraje que dio que hablar a la maledicencia y les hizo pagar
un precio muy alto por su atrevimiento.
Ellas son:
Alfonsina Storni (1892-1938), poeta y periodista que escribió y publicó todos
sus libros en un medio dominado por los hombres, dándose el lujo de ser madre
soltera sin bajar la mirada.
Victoria Ocampo
(1890-1979), periodista, escritora y mecenas, directora de la Revista “Sur”, que
vivió desafiando los valores morales de su época y manteniéndose fiel a sus
convicciones pese a la oposición de su familia y de la alta sociedad a la que
pertenecía.
Lola Mora
(1866-1936), escultora, dibujante e inventora que se atrevió a casar con un
hombre 21 años menor que ella y que fuera objeto de los ataques de las damas
moralistas así como de los políticos conservadores.
Si pensamos que
a principios del siglo XXI, continúan los reclamos, las marchas y
manifestaciones en favor de la igualdad de géneros, resulta abrumador
imaginarse lo que debieron padecer estas mujeres por animarse a ser diferentes y
la infelicidad como consecuencia de todas estas luchas.
Las tres han
sido estudiadas por generaciones posteriores, reubicándolas en una revisión
que, tampoco les hace justicia, ya que se pasó de la maledicencia a la
idealización.
De lo que no
cabe ninguna duda es que tienen ganado su lugar en la historia porque las tres
eran talentosas y su arte resulta mucho más importante que sus historias personales.
Dolores Mora
Vega nació entre Salta y Tucumán, ya que las dos provincias se disputan su
pertenencia. Ella se sentía tucumana y quedó huérfana a los 18 años. Su habilidad
para el retrato le permitió, antes de los 30 años, ser contratada por la
legislatura de la provincia de Tucumán y reunir dinero para viajar a Buenos
Aires y conseguir una beca para estudiar en Italia, que le otorga el presidente
Uriburu.
Allí estudia con
los mejores escultores, recibe premios y distinciones y se relaciona con los
artistas de la sociedad francesa e italiana, lo que le da un prestigio que trae
consigo al volver al país.
Relacionada con
el presidente Julio A. Roca, y debido a su afición a las obras de gran tamaño,
éste le encarga varios monumentos y hasta le cede un espacio en los subsuelos del
Congreso de la Nación, para que ella utilice como taller. Durante estos años
viaja constantemente y trabaja tanto en el atelier que tiene en Italia como en
el de Buenos Aires.
La fuente de las
Nereidas, renombrada por el público “La fuente de Lola Mora”, es totalmente
realizada en Europa, en mármol de Carrara y traída en grandes bloques. La idea
era ubicarla frente a la Catedral Metropolitana, pero las ligas moralistas de
las damas de beneficencia y los opositores a Roca, aúnan sus voces en contra de
esa “inmoralidad” y se inaugura en 1903 en El Paseo de Julio, con un gentío que
más que ir a ver la obra, tiene curiosidad por esas desnudeces profanas que
alteran la moral pública. Las mujeres de la sociedad se sintieron ofendidas por
esta escultora que en su taller tenía la osadía de trabajar en pantalones.
Estas anécdotas
que rodearon siempre la vida de Lola Mora, empalidecen la valía de su obra que
es realmente monumental, con base en el neoclasicismo pero con la influencia
que tuvo de los escultores franceses y españoles que ya incursionaban en el
abstractismo. Sus figuras tienen la
fuerza de la naturaleza al desnudo, no hay cosmética, es pura garra. Realizó
grandes obras que se encuentran en San Salvador de Jujuy, Rosario y Avellaneda
por nombrar solo algunas ciudades.
Para el Congreso
de la Nación realizó dos grupos escultóricos para ser colocados a los lados de la
escalinata principal, que respondían uno al concepto de Libertad y Progreso, y
otro al de Justicia, Trabajo y Paz. En su momento fueron retirados de su
emplazamiento original por considerárselos “adefesios horribles” y ubicados en
la casa de gobierno de la ciudad de San Salvador de Jujuy. Hace pocos años, se
realizaron réplicas en 3D de los originales y se emplazaron a los lados de la
escalinata del Congreso, en su sitio original.
El presidente
Roca termina su mandato en 1904, y se recluye en una estancia en Córdoba, sus
detractores tienen campo libre para lanzarse en una campaña de descrédito. No
obstante, ella sigue trabajando en el taller del Congreso y allí se enamora de Luis
Hernández Otero, un empleado 21 años menor que ella, hijo de un gobernador entrerriano,
con quien se casa en 1909. Viajan a Italia y al poco tiempo, Lola Mora descubre
las infidelidades de su marido, y terminan separándose.
Vuelve a la
Argentina y decide ocuparse de la extracción de petróleo a partir de restos
fósiles y se interna en cueva salteñas, invierte todo su dinero en este
proyecto quedando al final con muchos inventos registrados pero empobrecida.
Enferma y sin
dinero, es internada por sus tres sobrinas quienes la acompañan hasta el final,
y quienes, con el fin de preservar la imagen pública de su tía, queman la correspondencia y todos los papeles
personales, que hubieran sido tan útiles para delinear su perfil.
Publicada en Revista Aquende Octubre 2017
www.omifernandez.com.ar
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